En las redes sociales, se están haciendo populares aquellos que, vendiéndose a sí mismos, se hacen pasar por “eruditos” en la Palabra de Dios. Se hacen llamar siervos de Dios, y no faltará alguno que se presente como elegido por Dios desde antes de nacer. ¿Son lugares adecuados para aprender de Dios y su voluntad? No, no lo son.
No lo son, porque muchos de esos sitios son dirigidos por hipócritas, que están cautivos en el pecado. Usted debe entender que, a muchos de esos individuos, no les interesa la fe, ni tampoco hacer la voluntad de Dios, sino alimentar su ego. Son personas enfermas que tienen serios problemas de autoestima, y usan las cosas de Dios para hacerse del afecto, admiración y el aplauso de los morbosos que toleran las patrañas y la inmundicia que profieren con sus labios. Lamentablemente, cuando usted les sigue en las redes sociales o en sus canales, usted está participando con esas personas, no solo por prodigarles lo que buscan, sino también esparciendo su contenido, en el que se incluyen toda clase de mentiras y reverendas incongruencias.
Uno de los errores más grandes que cometieron los hijos de Israel, fue que “sirvieron a los baales y a las imágenes de Asera” (Jueces 3:7). Lo único que daban estos falsos dioses a sus fanáticos seguidores, era una sensación de seguridad, pero, en realidad, era una seguridad falsa. Cuando los hijos de Jacob “cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas” (Romanos 1:25), terminaron siendo siervos de aquellos que les engañaban con esas vanidades. De la misma manera, cuando usted sigue, promueve y alaba a esos individuos que están detrás y dirigen esas plataformas de supuesto estudio bíblico, lo único que hace es servir a la vanidad y a la propagación de engaños y calumnias. Usted termina siendo preso del pecado que arrastran esos hombres enfermos.
El apóstol Pablo dijo, sobre verdaderos predicadores del evangelio, que son “ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Timoteo 4:12). No obstante, muchos de esos presuntuosos que se han autonombrado apologistas, maestros y predicadores, que por lo regular no están sujetos a nadie, ni dan cuentas a ninguna iglesia, sirviendo y sujetándose a sus propios deseos, no son en nada ejemplo para nadie. Su “palabra” está llena de mentiras, pues, cada vez que se les antoja, hablan mentiras en contra de su prójimo, en contra de otros predicadores, y en contra de cuantos sean necesarios para mostrarse ellos como si fueran justos, y como si fueran la última y única opción que tienen las almas para alimentarse de la palabra de Dios. Buscarán dañar la reputación de todo aquel que les pudiera hacer sombra, o de aquellos que representen un escalón en su alocada carrera hacia la presunción de ser los mejores predicadores de la historia de la iglesia. No son ejemplo en su “conducta”, pues todo lo que hacen, lo hacen para vanagloriarse, para decir que son los más grandes maestros de la historia. Celebrarán toda clase de discusiones para luego levantarse la mano a sí mismos como vencedores de una batalla, que no tendrán empacho en presumir, diciendo que nadie es mejor que ellos, ni aun hombres que, sin pretenderlo, ni presumirlo, impactaron naciones completas o provocaron una revolución teológica a gran escala. Dicen cosas como, “¿Quién más, aparte de mí, ha grabado tantos videos con tantas discusiones? ¡Ni Pablo! ¡Ni Jesucristo!” Estos hombres no son ejemplos de “amor”, pues, mientras que con voces y expresiones afeminadas nos dirán que conocen y practican el amor de Dios, al mismo tiempo violarán su palabra siendo mentirosos y engañadores. Nos dirán que hablan desde el amor de Dios, y al mismo tiempo exhibirán su envidia por el trabajo de otros, sembrando toda clase de prejuicios y malas sospechas en los corazones de los desapercibidos e ignorantes. No son ejemplo en “espíritu”, pues sus pseudo ministerios que ellos dicen tener y ejercer sin “paga”, están llenos de odio y enojo, cosas que disfrazan de celo y valentía. Dicen que no toleran el error, y al mismo tiempo se regodean en sus propios pecados. No son ejemplos en “fe”, pues son sumamente carnales. Dicen confiar en la providencia de Dios, y al mismo tiempo, con indirectas y falsa humildad, están siempre solicitando quien les patrocine para poder seguir en sus infernales ministerios. Dicen tener fe en Dios, pero no es más que pura demagogia, al punto de decir que Dios les provee, cuando en realidad han dejado en los hombros de sus cegadas esposas la manutención del hogar. No son ejemplo de “pureza”, pues todas y cada una de sus malsanas actividades carecen de dicha cualidad. Si son mentirosos, calumniadores y habladores de vanidades, ¿qué pureza puede haber en ellos? Lo que hay en ellos es impuro, enfermo, putrefacto. Su lengua da testimonio de tal impureza. Sus postulados llenan de odio, falsa humildad y una seguridad falsa los corazones de quienes los oyen y les apoyan. ¡Terrible tragedia!
¿Por qué apoyaría usted tal clase de estafa? Ellos, supuestamente hablan en contra de la mentira, y son mentirosos consumados. Hablan en contra de la estafa, y ellos mismos son estafadores. Hablan en contra de la inmoralidad, y ellos mismos son inmorales. Dicen seguir la verdad, cuando no la conocen, o la tuercen. Hablan de amor, y son sumamente odiosos. Hablan de la justicia y son injustos. Hablan de iglesias “sectarias”, y al mismo tiempo, se congregan donde pueden y gobiernan a familiares y algunas personas que llaman iglesia. Atacan el sectarismo, cuando ellos mismos se presentan como elegidos por Dios desde antes de nacer, y predicar toda clase de incongruencias, como eso de que las hermanas en Cristo pueden y deben bautizar. Hablan en contra de las denominaciones, y no tienen empacho en ser fundadores y dirigir una. Hablan por los dos lados de la boca.
Así que, estimados hermanos y amigos, tengamos cuidado de seguir caminos que se venden como derechos, cuando no lo son. Recuerde, los ministros de satanás jamás se presentarán a sí mismos como lo que son, pero siempre serán fácilmente reconocibles. Tenga cuidado de esos lobos rapaces.