01. Preludio.

“Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino.” (Salmo 15:1-3)

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Antes que usted sea testigo de la exposición que estaré haciendo de las difamaciones y calumnias que “Fernando Mata y sus falsos testigos” han distribuido por diversos medios de comunicación, tales como cartas, llamadas telefónicas y, sobre todo, por redes sociales, debo aclarar que la causa de la presente obra no nace por el afán de hacer una defensa de Luis Adriano Barros. Nuestro hermano tiene edad para defenderse, y goza de libertad para hacerlo[1]. Más bien, esta obra fue provocada por las declaraciones públicas y perniciosas que Fernando Mata y otros han estado haciendo últimamente en mi contra, acusándome de solapador“, “mentiroso” y “estafador“, todo lo cual son imputaciones falsas, como lo voy a demostrar de manera clara e irrefutable.

De igual manera, la presente réplica no responde tampoco a un afán por querer atacar a “Fernando Mata y sus falsos testigos”. Jamás pasó dicho deseo por mi corazón; pero, y dados sus ataques en mi contra, y por los que quizás haga en un futuro, “esta es mi defensa” (1 Corintios 9:3)

Desde que inició la controversia sobre los supuestos acosos sexuales de Luis Barros, me quise mantener al margen del asunto, limitando mi participación a un simple testigo directo con relación a la conducta de Luis Barros cuando le he acompañado en diversos lugares de México y otros países. No acostumbro involucrarme en pleitos ajenos, pues sé que eso no es sabio (cfr. Proverbios 26:17). Me limité, como dije, a presentar mi testimonio solamente con respecto a lo que yo he visto en todas y cada una de las ocasiones en que he acompañado a Luis Barros, y a indagar si era verdad o no aquello de lo que se le acusa. Habiendo su servidor llegado a la conclusión de que todo el asunto tenía que ver con acusaciones falsas, no tuve razón alguna para amonestar y llamar al arrepentimiento a Luis Barros, ni mucho menos a retirarle mi comunión. No obstante, y dado que, Fernando Mata me ha hecho objeto de sus perversos ataques, entonces no tengo otra opción, sino exponer los errores y pecados que, en este proceso, está cometiendo sin preocupación alguna.

Mientras que al principio Fernando Mata declaró no tener el deseo de involucrarme en esta controversia, finalmente quiso tomar un camino distinto, dando inicio a una batalla en la que, ahora su servidor sería el objeto de sus difamaciones y calumnias. Y bueno, si él quiere entrar en guerra contra mí, estoy listo. Tengo puesta toda la armadura de Dios para hacer frente a los dardos del maligno que él tenga para lanzar en mi contra (cfr. Efesios 6:10-20). No quiero decir con esto que yo sea una persona infalible, pero, en lo que respecta a mi relación con Dios, sé cómo ponerme a cuentas con él cuando he fallado, confiando plenamente en el poder de su gracia y en la eficacia de su sangre (cfr. 1 Juan 1:9). Por tanto, si Fernando Mata, de manera perversa pretende traer pecados del lugar lejano a donde el Señor los ha arrojado (cfr. Miqueas 7:19), trayendo a la memoria aquello que Dios ya no recuerda más (cfr. Isaías 43:25), no estará haciendo otra cosa sino revelando la intención malvada que en su corazón alberga. Si no lo hace, bien por él, pero si fuese contumaz y tuviese dicho atrevimiento, allí veremos su diabólico proceder (cfr. Zacarías 3:1; Job 1:9).

He participado en toda clase de batallas en el pasado, desde las de carácter legal, hasta las de contenido teológico. No me espanta; por tanto, su pedantería, ni tampoco sus delirios de grandeza. Y a pesar de haberle advertido que yo no tenía ninguna intención de entrar en debates o conflictos con él, precisamente por su “inmadurez[2], y por no querer, de ninguna manera, hacer daño a su persona; él aun así, ignorando mi negativa, ha tomado acciones en mi contra, y esto, en distintas redes sociales. Por tanto, que nadie venga a llorar, o a reclamar (como lo hace su suegra), cuestionando del por qué presento esta respuesta pública. Es una defensa ante el ataque que Fernando Mata está lanzando en mi contra y lo está haciendo del conocimiento de “las iglesias de Cristo” y, de hecho, del mundo entero. El tratamiento que él ha estado haciendo de esto es público, por lo que no me deja otra opción que responderle, y defenderme públicamente. Si él, o alguien cercano a él, o la misma obra que desempeña en León, Guanajuato, es perturbada por esto, es algo que Fernando Mata mismo ha provocado. Él así lo quiso, entonces que lo sufra y que lleve la culpa del asunto sobre sus hombros.

Debo señalar también que, yo jamás he hecho ningún mal a la persona de Fernando Mata, ni a su esposa, ni a sus padres, ni a sus familiares y amigos, ni a sus suegros. Estuve con él y los suyos en dos ocasiones, y siempre lo hice con el único interés de servirles conforme a mis capacidades; y jamás les hice alguna grosería. Incluso, cuando en una ocasión la hermandad, que hasta ese tiempo conocía, le estaba dando la espalda a Fernando Mata por acusaciones de ser “liberal”, yo abogué por él, enviando cartas para que no se procediera contra él injustamente. Siempre estuve dispuesto a ayudarlo cuando me escribía, y a pesar de todo eso, me aparté de él por su mala actitud. Jamás recibí un solo centavo de su parte, ni mucho menos les agravié en ninguna manera. En varias ocasiones le amonesté, y en cada caso se arrepentía y pedía perdón, pero volvía a lo mismo; por lo que, la última vez que lo hizo, le perdoné nuevamente, pero le hice de su conocimiento que ya no me involucraría más con su persona. Fue un día sumamente amargo e incómodo, pues todo eso pasó en su casa, y yo no podía salir de allí, teniendo otra fecha mi vuelo de regreso a Ciudad Juárez. Por tanto, que nadie me acuse de querer dañar su persona, o su obra que hace, pues jamás tuve tal intención, ni la tengo ahora. Esta es, sencillamente, mi defensa a sus ataques en mi contra. 

Informo también a los lectores que, mi respuesta, y todas y cada una de mis declaraciones, todas estarán respaldadas por evidencias claramente verificables, y no por rumores, ni por dichos, ni por juicios producto de la malicia o de visiones prejuiciosas, o falsas representaciones. Todo será expuesto conforme a la verdad y conforme a los hechos.

Si usted, estimado lector, no es cristiano, lamento mucho que esto provoque una mala imagen de la fe para usted. No obstante, y dado que ya tiene esto en sus manos, le invito a leerlo con objetividad, y a tener en mente que también los santos pelean, porque aún entre los santos hay carnales, que siguen conduciéndose como hombres sin Dios, movidos por su inmadurez y falta de inteligencia (cfr. 1 Corintios 3:1-3). Los mismos apóstoles tuvieron que lidiar con un hermano que, como dijo el apóstol Juan, andaba “parloteando con palabras malignas contra nosotros” (3 Juan 1:10). Por otro lado, sé también que, en este proceso habrá hermanos perturbados por todo esto, pero como bien me dijo un día nuestro hermano Bill H. Reeves, en el contexto de otro conflicto, aunque de carácter doctrinal, “usted no tiene opción, le toca defenderse”.[3]

Espero, sinceramente, que los “consejeros” que Fernando Mata dice tener, le ayuden realmente a que deje esta obra a la que últimamente se ha dedicado y se ocupe en su propio crecimiento espiritual y madurez, haciendo obra en el lugar donde Dios le ha bendecido con un grupo de hermanos a quienes, ahora él, debe ayudar para su sano crecimiento en la fe. No digo que no lo esté haciendo, pero como se lo dije un día, “todos tenemos el potencial y el gran honor para ser de mucha bendición en el reino de Dios en nuestra ciudad”. Por tanto, que no se diga que yo estoy perturbando a la hermandad con todo esto; más bien, estoy haciendo uso de mi derecho espiritual a la legítima defensa ante los ataques perversos y carnales de este detractor (cfr. 1 Corintios 9:3).

Lorenzo Luévano Salas.

Septiembre, 2020.

Actualización, mayo, 2022.

El siguiente material que usted leerá en esta respuesta al detractor y falso maestro Fernando Mata, ha logrado cerrar la boca a ese perverso, en todas y cada una de las mentiras y falsas doctrinas que promueve con su sectarismo. Él ahora presume “un cambio”, un “crecimiento”, en el que se dedicará a enseñar solamente. ¿Quién creerá ese pretexto? Se sale por la tangente, porque ni él, ni sus discípulos, ni uno de ellos se han arrepentido de sus calumnias y sus falsas doctrinas. Mientras sigan en sus pecados de difamación y falsa doctrina, siempre arrastrarán a la perdición a quienes tengan comunión con él.

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[1] El hermano Luis Barros ha publicado su defensa ante las acusaciones que Fernando Mata ha propagado en redes sociales en la siguiente dirección electrónica: https://www.predicandoelevangelio.com/midefensa

[2] La hermana Jobita, su suegra, lo califica como una persona “carnal e inmadura”, y declara también que no está de acuerdo con las acciones de Fernando Mata en las redes sociales. Ella testifica que le ha dicho que no debe hacer tales cosas, pero el hombre la ignora por completo, como a todos nos ha quedado claro.

[3] Correo previo del hermano Bill H. Reeves, ante mi confrontación con dos individuos de una iglesia de Cristo, que pretendían debatir bíblicamente conmigo, pero al final, y en presencia de la congregación, recularon.

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