Dicen que el Nuevo Testamento establece que el bautismo bíblico, es aquel que es efectuado “por un cristiano”. Sin embargo, Hechos 8:38, echa por tierra esa idea.
Los promotores de ese otro evangelio, que contienden porque el “cristiano” sea el “sexto requisito en el plan de salvación para el inconverso”, no se ponen de acuerdo. Primero dicen que “solo un cristiano” es quien puede bautizar. Y para esta idea, ellos citan el ejemplo de Felipe, aquel que bautizó al etíope. Ellos dicen que por mostrar la Biblia que Felipe bautizó al etíope, eso establece la ley de que, solo el cristiano puede administrar un bautismo aprobado por Dios. Pero, ¿es así? Veamos.
Cuando alguien dice que Hechos 8:38 es el texto bíblico que establece el patrón con respecto al bautizador, ellos hacen una interpretación simplista y arbitraria con eso. ¿Por qué? Porque Felipe no era un cristiano ordinario. No era un cristiano infiel. No era un cristiano pasivo en la obra de Dios. Por eso, si se dice que Dios quiso mostrar a “Felipe”, para establecer un patrón con respecto al bautizador aprobado, entonces necesitamos estudiar a este Felipe, y saber así, qué características tiene dicho “bautizador”.
En primer lugar, y si es verdad que el caso de Felipe es ejemplo normativo para establecer la clase de bautizador que Dios aprueba, y que hace posible la redención del pecador, se sigue que todo bautizador debe ser “varón”. ¿Cómo sabemos eso? Porque de Felipe, y de otros con él, se dice en Hechos 6:3, que eran “varones”. Felipe no es una mujer, sino un “varón”. Y si Felipe es patrón a seguir con respecto al bautizador, entonces todo bautizador aprobado por Dios, no solo debe ser “cristiano”, sino también “varón”. Pero, esto ya echa por tierra esa idea de algunos que dicen, “solo el cristiano puede y debe bautizar”, dado que el cristiano, o es varón, o es mujer. Pero si Felipe es ejemplo normativo, entonces una mujer no puede, ni debe bautizar. Cuando alguno de estos promotores de la “sucesión baptista”, diga que “solo el cristiano”, está violando su propia norma, a saber, que Felipe es el patrón a seguir con respecto al bautizador, y Felipe no era mujer. Todos los miembros de la iglesia son “cristianos”, pero no todos son “varones”. Luego, el cristiano que es mujer, no puede bautizar, sino solamente el cristiano que es varón, por tanto, es falso eso de que “solamente el cristiano” o “solamente un cristiano”. Eso no dice Hechos 8:38.
Pero Hechos 6:3 nos dice más al respecto; pues no solo nos informa que Felipe y otros seis con él eran “varones”, sino que, además, eran varones, “de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría”. Entonces, no basta con que el cristiano sea “varón” para bautizar. Sí, tiene que ser un varón cristiano, pero que sea de “buen testimonio”. Esto no incluye a cualquier cristiano. Pueden estar incluidos los “ancianos de la iglesia, pus de ellos, dice Pablo, “es necesario que tenga buen testimonio” (1 Timoteo 3:7). Es interesante que Dios escogió a “Ananías” para que predicara a Pablo, siendo también un hombre de “buen testimonio” (Hechos 22:12). ¿Lo ve? No basta con ser “un varón cristiano”. El ejemplo bíblico es que sea “un varón cristiano de buen testimonio”.
Así pues, aunque Felipe no era “anciano”, sí era “varón” y de “buen testimonio”, lo cual incluye también a los “ancianos” de la iglesia. El pecador no solo debe estar seguro de creer en el Cristo de la Biblia, y de arrepentirse de sus pecados para ser sumergido en agua, sino también debe estar seguro que, el que le bautiza, sea cristiano, varón y de buen testimonio. En muchas partes de este mundo, lamentablemente, no será fácil encontrar un individuo con esas características. Pues es por todos sabido que iglesias de Cristo con ancianos, no hay muchas. ¿Y qué decir de “varones cristianos de buen testimonio”? Algunos de los que promueven esa idea de que “solo el cristiano puede y debe bautizar”, fueron bautizados por un varón cristiano, pero que no era de “buen testimonio”. Y bueno, según “la ley Felipe” que han inventado los escrupulosos, ¡su bautismo no fue válido!
Sigue diciendo Hechos 6:3, “llenos del Espíritu Santo y de sabiduría”. Aquí tenemos dos cualidades más. ¿Qué características tiene aquel que es “lleno del Espíritu Santo”? Bueno, que hable la Biblia.
Efesios 5:18, y su contexto, nos presenta una exposición de lo que es vivir llenos del Espíritu Santo. Pablo dijo, “sed llenos del Espíritu”. ¿Qué significa esto? ¿Cómo vive una persona que es “lleno del Espíritu? El contexto lo explica:
Una persona llena del Espíritu Santo siempre tiene una relación admirable con Dios, alabándole en cada momento de su vida (v. 19): “Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones”
Una persona llena del Espíritu Santo, en su relación con circunstancias, siempre tiene una actitud agradecida (v. 20): “Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre en el nombre del Señor Jesucristo”
Una persona llena del Espíritu Santo, en su relación con otros que también son llenos del Espíritu, tiene una actitud de servicio (v. 21): “Someteos unos a otros en el temor de Dios”. Esta actitud humilde, resulta en lo siguiente: Las casadas viven sujetas a sus maridos (v. 22). Los maridos aman a su esposa como a sí mismos (vv. 25, 28). Los hijos obedecen en el Señor a sus padres (6:1). Los padres no provocan a ira a sus hijos (v. 4). Los cristianos se desempeñan bien en sus empleos (vv. 5-7). Los cristianos que tienen empleados los tratan bien (v. 9).
Otra característica que tiene aquel que es lleno del Espíritu Santo, es que predica el evangelio con pasión e intencionalmente. Dice la Biblia que “todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hechos 4:31). El cristianismo que practicaba Felipe, era este. No nos sorprende, entonces que, siendo un hombre de buen juicio y lleno del Espíritu Santo, lo vemos dedicado a la predicación del evangelio, sirviendo al Señor como evangelista (Hechos 21:8).
¿Debe el pecador, buscar a un cristiano, que sea varón, lleno del Espíritu Santo y de sabiduría, que haga obra de evangelista, para que su bautismo sea aprobado por Dios? Ahora los que han puesto un énfasis en “Felipe”, para convertirlo en patrón, en ley, en el ejemplo aprobado por Dios para que exista un bautizador aprobado por él, deben estar muy incómodos al poner una vara tan alta para el pecador. La responsabilidad de su salvación, ya no descansa en el pecador, sino en aquel que le bautiza. La eficacia de su salvación, ya no descansa en el evangelio, sino en las cualidades correctas de aquel que lo bautiza. Si el que le bautiza, no es cristiano, y no es varón, y de buen testimonio, y lleno del Espíritu Santo (con todo lo que esto implica), y de sabiduría, su salvación sencillamente no es posible. Su bautismo es reprobado, dado que, el que le bautizó no cumple con el ejemplo bíblico que algunos escrupulosos han establecido.
Pero, ¿qué hay de los escrupulosos mismos? ¿Qué hay de aquellos que usan esta clase de hermenéutica simplista, en la que han establecido la medida del bautizador aprobado por Dios? ¿Fueron ellos bautizados por un varón cristiano, de buen testimonio, lleno del Espíritu Santo y de sabiduría, que estaba haciendo obra de evangelista? Si no, entonces ellos mismo se han puesto la soga al cuello, y su propio escrúpulo los condenará.
Cuando Felipe fue presentado a los apóstoles, previa aprobación de la iglesia, dice que “orando, les impusieron las manos” (Hechos 6:6). El bautizador aprobado, según “la ley Felipe” que algunos han inventado, debe ser previamente ordenado por una autoridad reconocida en la iglesia. En el contexto de Felipe, fueron los apóstoles quienes oraron por él, y le impusieron las manos. En el caso de Timoteo, los ancianos impusieron sus manos para recomendarle como evangelista (1 Timoteo 4:14). En el viaje de predicación que hicieran Bernabé y Saulo, en el que, desde luego, habría bautismos, dice que, “habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron” (Hechos 13:3). No solo el Espíritu Santo escogió que Bernabé y Saulo fuesen a predicar el evangelio, sino que, dicha encomienda, fue acompañada de este acto solemne de la oración y la imposición de manos, por decir lo menos.
¿Qué tenemos? Que “la ley Felipe”, como ejemplo normativo para establecer un bautizador aprobado por Dios para la salvación del pecador, es una ley, si no imposible, sí muy difícil para que haya suficientes bautistas en el mundo, para administrar un bautismo aprobado por Dios. Si establecer a Felipe como norma de bautizador fuese algo sencillo, entonces no solo siete varones hubiesen sido señalados como quienes cumplían con las cualidades para ejercer un servicio temporal de “servir a las mesas” allí en Jerusalén. Si entre las iglesias es sumamente difícil el establecimiento de “ancianos”, precisamente porque los varones no llenan los requisitos que Dios estableció para dicha obra, ¿cree usted que los escrupulosos llenen la medida de Felipe, para ellos ser “bautizadores aprobados”? ¿Vamos a creer el cuento de que ellos fueron bautizados por hombres con todas y cada una de las características de Felipe? ¿Vamos a creer dicho “patrón”, en el que prácticamente cientos o miles de hermanos quedarán reprobados por Dios, por haber sido bautizados por alguien que no cumplió con “la estatura de Felipe”?
Yo prefiero seguir confiando en el sacrificio de Cristo (Juan 3:16; Efesios 1:7), y en su poder para salvar (Romanos 1:16), que en la vida del bautizador. Prefiero seguir confiando en la sabiduría de Dios, que en los escrúpulos y reglas de hombres que ni ellos mismos las pueden cumplir. Es cierto, yo fui bautizado por un predicador cristiano, pero mi redención no fue posible por eso, sino por la eficacia de la sangre de Cristo (Efesios 1:7). No se esclavice a esos escrúpulos de algunos mi estimado hermano. Siga confiando en el evangelio, siga confiando en Cristo, siga confiando en la misericordia de Dios, y no en la vida de aquel que le bautizó; pues de otro modo, todos seremos reprobados.