“No juzguen por lo que a ustedes les parece; juzguen con justicia”
Juan 7:24 (NBD, II Ed. 2008)
¿Qué hay de los “testigos” que Fernando Mata ha presentado en contra de Luis Barros y de su servidor? Consideremos a cada uno de ellos, y veamos si dicen la verdad o no. Pero, antes que nada, debemos tener cuidado con eso de manejar “testigos”, pues, no es testigo quien dice tal o cual cosa, sino aquel que ve, con sus propios ojos, lo que testifica (cfr. 2 Pedro 1:16; Hechos 1:22; 22:15; 26:16). Fernando Mata dice tener “testigos” que, con sus propios ojos, han visto lo que él dice. Sin embargo, en esos mismos eventos, también hay testigos ¡que dicen precisamente lo contrario! Si Fernando Mata puede presentar a su esposa y sus familiares como testigos de sus acusaciones, Luis Barros también puede presentar a sus familiares y amigos como testigos de que tales acusaciones son falsas. Por tanto, ¿Cómo saber qué testigos están mintiendo? Para eso, tenemos que recurrir a otros indicios, que en su momento estaremos considerando.
Por otro lado, es importante que usted, estimado lector, no se deje engañar con el hecho de ser testigos “de varios países”, pues sus dichos falsos no se convierten en verdaderos, solo por ser varios y de varios países. Ni la pluralidad, ni la nacionalidad son garantías de decir verdad. ¿Quién creerá, por ejemplo, que las apariciones de la virgen son verdaderas, solo por haber “testigos” varios, y de “varios países”? Sí, el testimonio de testigos es muy importante, y puede ser de mucho valor, pero solo cuando no existan elementos que nos muestren la falsedad de su testimonio. Desde luego, alguien podría argumentar que aquí tenemos testimonios de “hermanos fieles”, ¿y qué? Existen muchos ejemplos de cristianos fieles que, en determinados momentos de sus vidas, mintieron y fueron sumamente engañosos. Tenemos el caso de “Ananías y Safira” en Hechos, capítulo 5. A menudo leemos la historia aquí y pensamos en un rico, gordo y glotón, con su esposa que anda con 35 kilos de maquillaje en su cara—gente avara y mentirosa. Pero, ese no es el cuadro que Dios pinta de ellos. Obviamente, ellos forman parte de la iglesia en Jerusalén (v. 13). Y no se nos dice que, entre los santos allí referidos, Ananías y Safira estuviesen fingiendo su conversión. Por Hechos 4:31, sabemos que Ananías y Safira participaron de la misma bendición de ser llenos del Espíritu Santo, por lo que se entregaron con denuedo a la evangelización. Ellos también hablaban la palabra de Dios con denuedo. Por Hechos 4:32, sabemos que Ananías y Safira eran parte de “la multitud de los que habían creído”. Ellos eran salvos, y hasta allí, eran fieles. De hecho, me atrevo a decir que, hasta ese momento, ellos sí eran fieles en comparación con los que hoy en día son identificados, o que se clasifican a sí mismos como fieles. Sin embargo, tropezaron y mintieron a Dios (cfr. Hechos 5:4). Por cierto, ¿No fue el mismo Pedro que el día de Pentecostés predicó con denuedo el evangelio, con el cual fueron salvas como tres mil personas y quien también encabezó el juicio de Ananías y Safira; pero luego fue un completo hipócrita y estaba bajo condenación allá en Galacia? (cfr. Gálatas 2:11) ¿No fue arrastrado el mismo Bernabé a esa hipocresía? (v. 13). Bernabé fue conocido como un “varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe” (cfr. 11:24); sin embargo, no estuvo exento de ir tras el pecado de Pedro. Por tanto, que “los testigos de Mata” sean “varios”, de “varios países”, y aún de gozar de “buen testimonio”, no significa que, en este asunto, estén diciendo la verdad.
Cuando se celebra un juicio en el que alguien está siendo acusado de algún delito, el testigo, entendido como la persona física que, sin ser parte en el proceso, es llamada a declarar, según su experiencia personal acerca de la existencia y naturaleza de los hechos conocidos con anterioridad al proceso, bien por haberlos presenciado de forma directa (testigo directo), bien por haber tenido noticia de ellos por otros medios (testigo de referencia), constituye uno de los pilares básicos en el tratamiento procesal en contra del acusado, cumpliendo una función esencial para alcanzar la verdad en el proceso. Entonces, como colaborador de la administración de justicia, el testigo, en nuestro contexto, se encuentra obligado a cumplir con una serie de deberes establecidos en las normas procesales, morales y espirituales, entre los que destaca el deber de decir verdad, obligación esencial cuyo incumplimiento se encuentra sancionado por leyes civiles y bíblicas, cometiendo así el delito y el pecado de falso testimonio (cfr. Éxodo 23:1; Proverbios 6:17, 19; 19:5, 9; Éxodo 20:16; Deuteronomio 5:20; Romanos 13:9). De esta forma, el testigo está concebido como la persona que aporta al procedimiento una percepción objetiva e imparcial, alejado de la visión e intereses personales de las partes, todo ello acorde con dicha obligación de decir verdad.
Sin embargo, lo cierto es que, en la práctica forense, la cual ha ejercido Fernando Mata en redes sociales, y ahora, su servidor en este medio, puede observarse que las declaraciones realizadas por los testigos no se ajustan a la verdad, lo cual puede ser debido tanto a errores de percepción como a la voluntad específica de mentir. En el primer supuesto nos enfrentaríamos a supuestos de testigos que prestan un testimonio falso involuntario, el cual no debe ser considerado para ejercer un juicio; mientras que en el segundo incluiríamos los testigos que falsean el testimonio voluntariamente; y que, desde luego, no solo su testimonio debe ser ignorado, sino que los culpables de ello deben ser amonestados para que se arrepientan.
Centrados en este último grupo, podemos distinguir dos tipos de testigos:
- El testigo que miente consciente y deliberadamente. En este caso nos encontramos ante un testigo que por diversas motivaciones se presta con la finalidad de ocultar la verdad.
- El testigo que, a resultas de las distintas circunstancias, se muestra poco colaborativo y reacio a alterar su testimonio inicialmente prestado. Aquí el testigo, si bien no asiste a juicio con ánimo de mentir, serán diversas circunstancias las que harán que se resista al cuestionamiento de su testimonio, a pesar de que sea consciente durante el mismo de la existencia de inconsistencias, errores, falta de realismo, etc. en su declaración.
Expuesto lo anterior, en la presente entrega vamos a examinar un componente clave para entender estas actitudes tan dañinas, sobre todo cuando se insta a las iglesias a celebrar un juicio contra hermanos en Cristo. Este componente es la motivación del testigo.
Un motivo es la causa (compuesta por sentimientos, deseos, intenciones) que determina la manera de actuar de una persona en un determinado momento y ante determinadas circunstancias, concepto fácilmente vinculado en la conducta de un testigo al prestar su evidencia. En el caso más habitual, el motivo de este será decir verdad en cumplimiento de su obligación como ciudadano (cfr. Tito 3:1) y como cristiano (cfr. Efesios 4:25); pero en otras ocasiones, el motivo, centrado en que la resolución del proceso concluya en un determinado sentido (absolución, condena, etc.), conducirá desafortunadamente al ocultamiento de dicha verdad.
Por lo tanto, para el que juzga es clave conocer la tipología de los posibles motivos que pueden inducir a los testigos a mentir, pues de esta forma podrá articular su interrogatorio, por medio del cual, se conocerá o se hará manifiesta la falsa credibilidad del testigo.
¿Qué motivaciones existen?
Interés personal: En estos supuestos existe un interés en que una de las partes del juicio salga personalmente beneficiada. A modo de ejemplo, encontramos lazos familiares del testigo con alguna de las partes; relaciones de negocio o societarias; relaciones de dependencia laboral; relaciones de amistad; sentimientos afectivos; relaciones de vecindad; animosidad o enemistad con una parte, etc. Por eso, y como dije anteriormente, si Fernando Mata se reserva el derecho de presentar a sus familiares y amigos como testigos, Luis Barros y su servidor gozamos de ese mismo derecho.
Razones personales: En este otro, al testigo no le preocupa la situación personal de la parte, sino su propio interés en el resultado del juicio. Caso del testigo que infla o distorsiona los hechos para hacerse de algún beneficio. Como veremos, entre los testigos de Fernando Mata, existen entre ellos quienes, o buscan hacerse de algún bien, o buscan la venganza por situaciones o circunstancias pasadas.
Otros supuestos: Finalmente, podemos encontrar aquellos supuestos en los que el testigo propuesto por una parte, ve cuestionado su testimonio por el letrado adverso, y a resultas de la predisposición que tiene a defender su versión y la de quien lo propuso, se muestra hostil y recalcitrante a permitir que se debilite o anule la misma, llegando en tales casos a mentir. ¿Soberbia, vanidad, temor? Esto es lo que, lamentablemente, veremos entre los testigos de Fernando Mata y en él mismo.
Podría incluir una serie de tecnicismos para el tratamiento de testigos, pero creo que ya me he extendido demasiado en señalar lo anteriormente importante cuando tratamos con “los testigos de Fernando Mata” o con cualquier otro testigo que es presentado para fundamentar la acusación en contra de un hermano en Cristo. Así pues, pasemos a considerar los dichos de los testigos, y a la correspondiente exposición de pruebas que demuestran la falsedad de los mismos, así como una variedad de consideraciones e indicios que nos indican, de manera clara e innegable, que “los testigos de Fernando Mata” no tienen credibilidad en este asunto, o que simple y llanamente están mintiendo.
¿Es inválido e innecesario todo esto?
Tal vez alguien podría cuestionar sobre la razón de todo lo anteriormente explicado. Pero, le puedo asegurar que no es en vano todo lo que antes he explicado. Es mi deber, como cristiano y predicador del evangelio, no solo en este, sino en todas las acusaciones que contra hermanos he recibido, la de no juzgar según las apariencias, sino juzgar con justo juicio (cfr. Juan 7:24).
Por otro lado, es parte de la voluntad de Dios que tengamos cuidado con aquellos que vienen acusando y dando testimonio en contra de su prójimo. Muchos creen que por haber dos o más testigos el asunto queda resuelto, cuando no es así. Es verdad que por el testimonio de dos o tres testigos, cierta acusación puede ser mantenida (cfr. Mateo 18:16; Deuteronomio 19:15), pero también es verdad que, quienes obren como jueces, deben investigar minuciosamente lo que determinado testigo diga, y así saber si está diciendo la verdad o no (v. 18). Por tanto, y habiendo su servidor investigado con diligencia sobre las acusaciones que “Fernando Mata y sus testigos” han hecho en contra de Luis Barros y su servidor, es que me ha sido necesario explicar lo anteriormente expuesto.
Fernando Mata y sus testigos.
Escribiendo a la iglesia de Cristo en Tres Caminos, el detractor, Fernando Mata, dice, “Me resulta sorprendente que con todos los testigos que el hermano Terry Partain presentó contra el hermano Luis Adriano Barros ustedes sigan sin creer, pues nuestro Señor Jesucristo dijo: “… en boca de dos o tres testigos conste toda palabra”, Mateo 18:16. El hermano Terry Partain les presentó a ustedes cinco (tres más del número mínimo que requiere el Señor), y ni así ustedes creyeron”. Lo que resulta sorprendente, es el uso incorrecto de Mateo 18:16. El texto bíblico no enseña que si dos o tres personas dicen que otro les hizo esto y aquello, el asunto queda resuelto. No, eso no dice el texto. El texto no dice que esos “testigos” hayan sufrido el pecado de su hermano. Es uno en el texto quien sufre el pecado de su hermano (v. 15), y es él quien ha de llevar a tales testigos, luego de haber reprendido personalmente y en privado a quien pecó en su contra. ¿Fue esto lo que hicieron los “testigos” de Fernando Mata? Si no, ¿por qué Fernando Mata les prestó oído? ¿Por qué se prestó a ser representante de supuestas víctimas, para reprender y hacer público el supuesto pecado que Luis Barros cometió particularmente contra cada uno de ellos? Es interesante que Fernando Mata está pronto para citar el verso 16, ¡y al mismo tiempo ignorar el verso 15! ¿Qué es lo que “consta” en la boca de los testigos de Mateo 18:16? Lo que consta, es lo que se haya hablado entre el ofendido y el que le ofendió, sea que el tal se haya arrepentido o no. Por tanto, Mateo 18:16 no nos obliga a creer todo “testimonio”. Si esto fuese así, ¿por qué Pablo no aceptó las “muchas y graves acusaciones” que muchos hacían en su contra? Pablo sencillamente se limitó a negarlas, punto. Cuando Esteban fue traído “al concilio” (Hechos 6:12), dice el texto bíblico que “pusieron testigos falsos que decían: Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este lugar santo y contra la ley; pues le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará las costumbres que nos dio Moisés” (v. 13-14). ¿Por qué Esteban no se limitó a aceptar lo que ellos testificaban en su contra? Lo interesante es que, ante tales testimonios que varios testigos presentaron en contra de Esteban, “El sumo sacerdote dijo entonces: ¿Es esto así?” (Hechos 7:1). Si fuese cierto eso de que, con el testimonio de dos o tres basta, entonces el cuestionamiento del sumo sacerdote no tiene sentido. Sin embargo, y conforme a la ley de Dios, todo acusado, sea que haya testigos en su contra o no, tiene derecho a la defensa (cfr. Juan 7:51). No era correcto que los jueces escucharan solamente a unos decir algo contra otro, debían juzgar todo el asunto sin distinción alguna (cfr. Deuteronomio 1:16) y averiguar si los testigos decían la verdad o no (Deuteronomio 19:18). Como vemos, la ley no condena a nadie sin oírle y permitir su defensa (Deuteronomio 1:16ss; 17:4). Es un error, y de hecho, un acto de injusticia, oír a los testigos y con eso basta. ¡Esa fue la injusticia que cometieron en contra de Cristo! Nicodemo hizo patente dicha injusticia, y ahora, el falso maestro de Fernando Mata, quiere que las iglesias y los hermanos cometan la misma injusticia. Eso pasa cuando algunos se creen “doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman” (1 Timoteo 1:7). No obstante, y como demostraremos en nuestras futuras entradas, los supuestos “testigos” de Fernando Mata, como los de Terry Partain, no son sino testigos falsos.
En mis siguientes entregas, entonces, estaré abordando las declaraciones de “los testigos de Fernando Mata” y de “Terry Partain”, y lo haré de manera particular, dado que con algunos de ellos estaré presentando un buen conjunto de evidencias que los desacreditan como testigos verdaderos, y desde luego, como hermanos fieles.
Lorenzo Luévano Salas
Predicador de Cristo.